La pelea comenzó en 2003, cuando la empresa asiática pidió permiso al Buró de Marcas de su país para producir y vender anteojos que lleven esa marca. Cuando la empresa estadounidense se enteró, le envió un comunicado en el que le pedía que se abstuviera de ello porque, según los abogados, perjudicaban sus derechos.
Desde el negocio chino lanzaron una desafiante respuesta: como los rubros de los negocios eran distintos, no habría perjuicios. Finalmente, cinco años después, la Justicia falló a su favor. Por eso, la empresa -que hasta ahora se presentaba con el nombre mandarín “Shichuang”, que significa “ventana”- podrá usar al fin la palabra que habían escogido para identificarse.
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